lunes, 2 de noviembre de 2009

Dussel en Caracas por Eloy Reverón


Durante los últimos días del mes de octubre último vino Enrique Dussel a Venezuela para dictar un seminario sobre Las veinte tesis de política. Como ha sucedido desde los tiempos primigéneos en nuestra nación indoamericana, cuando se trata de seres inteligentes y dotados de virtudes, casi siempre pasan desapercibidos. Siempre prevalece lo fatuo frente al brillo de la sabiduría.
Imagínense de un hombre sabio, y que además difunda un pensamiento liberador. De esa liberación que tanto banalizaron los medios de comunicación de los sesenta, aquellos que se ocultaban tras el apodo de Opinión Pública. Si de sabios se trata, ya se pueden ilustrar la imagen publicitaria de la sabiduría. Sobre todo por lo subversiva que ella siempre resultó para el poder establecido.
Sus disertaciones filosóficas de medio milenio de vida pueden ser descritas como la punta de la lanza de una fuerza liberadora tan compleja que, desde mediados del siglo XX la ha venido elaborando y colocando al servicio de la otra cara de la Modernidad.
No se trata de uno de esos epistemólogos trasnochados que después que el mito de la modernidad estaba tan mellado que ni siquiera lograba convencer a sus propios benefactores, se unieron al grupo de salvavidas que intentaban oxigenarla con respiración de boca a boca, cuando no llegaron ni a mal besarlas.
La vida del filósofo ha sido un proceso de investigación y reflexión que ha humedecido con su olfato los suelos de todos los continentes. Esta experiencia le ha permitido desmontar el discurso que la razón conquistadora de la cultura de dominio había elaborado, y renovado durante quinientos años para justificar el saqueo, la explotación y miseria generada por un discurso que no solo se nos presenta como superior, sino que además nos ignora y nos excluye; menos aún, se les ocurre respetarnos como a iguales.
Como podemos apreciar: no desmonta este discurso con ideas sacadas del sombrero de un mago, encuentra argumentos en su experiencia como profesor de ética, historia de la Iglesia, filosofía política, filosofía latinoamericana. Podría decir sin exagerar, que ha recorrido el mundo investigando, reflexionando. Esto podría significar nada para quien no tenga noticia de su obra. No así para más de sesenta y cinco universidades de Estados Unidos, que lo han invitado a dictar conferencias durante más de setenta ocasiones, en los últimos treinta años. Tampoco exagero cuando pensamos sobre los cursos dictados en cerca de sesenta y cinco ciudades de América Latina, otras sesenta ciudades europeas. En unas veintisiete ciudades africanas y asiáticas.
Se trata de un filósofo latinoamericano que ha roto el cordón umbilical de la filosofía latinoamericana con respecto al pensamiento filosófico europeo y eurocéntrico. Más de medio centenar de libros y, pare usted de contar, la cantidad de reconocimientos y premios recibidos por su impecable labor intelectual.
Lo más sorprendente es la absoluta humildad y sencillez, que no puede evocar la presencia de ningún erudito, porque estamos ante la presencia de un sabio. Un ser que transciende su propia sabiduría al compartir el “no saber” que es la única aptitud que posibilita un espacio desocupado en las células de la corteza cerebral, para amamantar al conocimiento..

viernes, 13 de marzo de 2009

Teoría de la Liberación por Eloy Reverón


Existe una teoría de la liberación que se expresa de manera muy sencilla, y no por ello, se piense que es simple. Existe una fuerza de dominio colonial y una fuerza de resistencia que se le opone. De esta tensión dinámica surge la colonización, el coloniaje, la dominación y la sumisión.
Cuando las fuerzas de dominación son muy intensas suelen aporrear a la gente hasta tornarse intolerables hasta el punto de producir un estallido social, imposibilitar la gobernabilidad. Pero cuando las fuerzas de la resistencia se hacen superiores a la fuerza de dominio, entonces surge la liberación.
La fuerza de dominio colonial se proyectó en su momento inicial, como la expansión de esa cultura de dominación que proviene del otro lado del Atlántico. La fuerza de dominio que todo lo divide y todo lo monopoliza, todo se lo traga. Divide también la historia para que no se perciban los factores históricos. Mientras más diminutos sean los períodos estudiados, menos se notan aquellas situaciones que cambian de nombre pero en esencia la situación queda igual.
El caso de la esclavitud. Su abolición surge cuando resulta más barato alquilarlos que comprarlos, entonces los esclavos ya no se llaman así sino jornaleros o aparceros, el dueño se ahorra gastos de alimentación y de mantenimiento, le vende al jornalero los alimentos en la bodega del hato, la explotación resulta más rentable. Y el bueno de José Gregorio Monagas, abolió la esclavitud.
En nuestros países solo hay un período, la tensión entre la fuerza de dominio colonial instaurado con la invasión de Nuestra América, y el proceso de resistencia. El fin de la historia llegará cuando se consolide la Liberación.

Los períodos de la historia escrita por la clase dominante, heredera del poder colonial divide la historia en períodos. Cuando habla de independencia, siempre lo hizo como si la hubiésemos alcanzado de manera integral. Pero cuando analizamos los cuatro vectores del dominio colonial, notamos que apenas fue el dominio por la fuerza de las armas el vector de dominio superado por la resistencia, y se produce la liberación política. Pero los vectores de dominio ideológico, y económico continuaron impecables. La relación de dominio continua, solo cambiamos de metrópoli.

martes, 27 de enero de 2009

Principios de la Historia de la Resistencia, por Eloy Reverón


El filósofo venezolano José Manuel Briceño Guerrero reconstruye una cosmovisión (Weltanschauung) del latinoamericano estableciendo, mediante la observación de la historia de las ideas, del devenir político y el examen de la creatividad artística, en el subrayado de tres grandes discursos de fondo imperantes en la caracterización de Nuestra América.

El primero es el discurso europeo segundo que parte de la identificación de Europa desde una identificación con Europa que es el ámbito de espiritualidad estructurado por cuatro principios que son su inicio fundamento y gobierno. Se encuentra completamente definido a finales del siglo XIX cuando nos trajo desde nuestra importación de las ideas de la modernidad donde el progreso y el desarrollo con matices de aspiraciones al cambio social planificado con proyección de los Derechos Humanos para toda la población donde los positivismos, socialismos y tecnocracias, que si es cierto que sirvió como vehículo ideológico para la intervención de las grandes potencias políticas e industriales y es resultado de dicha intervención.

El discurso cristiano que el criollo hereda de la España Imperial que afirma la trascendencia humana y la pertenencia parcial a un mundo de valores metacósmicos. La marca de la Cruz transciende los períodos históricos y clases sociales porque está presente en las expresiones de mestizaje latinoamericano, nuestra relación cultural con lo indio y con Europa.

La virtud de la obra de Briceño Guerrero es que al identificar Europa desde una identificación con Europa nos entrega a una Europa occidental y cristiana a través de los rasgos específicos en la descripción de su cosmovisión; reitero, partiendo de la identificación con Europa.

De esta manera, cuando de brazos de esta filosofía autóctona y vernácula brotada de la prosa briceñoguerreriana, escuchando la voz de su relator imaginario quien encarna la identificación de Nuestra América con el occidente cristiano.

Al asumirnos y reconocernos dentro de la cultura europea debemos cobrar conciencia de lo que es Europa, aunque hayamos leído que muchos europeos notables han dudado de la existencia de algo que defina al sustantivo Europa a no ser como sinónimo de cultura occidental, o de un continente separado por océanos culturales donde prácticamente no existe la otredad.

Para el notable filósofo venezolano resulta claro partir de cuatro principios para llegar a la esencia de lo que entiende por Europa, que en la precisión semántica del filósofo, estos cuatro principios; entendidos como inicio, fundamento y gobierno, son: El Cristiano, El Señorial; El Imperial y El Racional. Juntos manifiestan una tensa relación dinámica con notables afinidades dentro de su heterogeneidad. “Ninguno puede deducir de los otros ni reducirse a otro. Se constelan en figuras donde la dominación de cualquiera de ellos es limitada por los otros.”(Briceño: 1979 p. 11)

Lo esencial se resalta en la idea de que la tensa relación que mantienen crea el ámbito donde se ha desarrollado la cultura europea.
Para construir una teoría de la historia partiendo de este pensamiento es importante apreciar que la disminución o el crecimiento de uno de los elementos de este cuadrilátero se manifiestan de manera conceptual en la historia europea. “Europa se creó a sí misma a partir de cuatro principios encarnados en movimientos históricos definidos y formas culturales precisas; se creó nueva y otra transformando los datos disponibles, transmutándolos, adecuándolos a su modelo nuevo y otro sin precedentes en la historia de la humanidad.

América fue creada por Europa en un acto de adquisición para incorporar espacio geográfico y etnográfico no occidental al espacio suyo, en un movimiento que tiende a configurar en igual forma todo el espacio del planeta, a la con-versión uni-versal.” (Briceño:1979:149)